Imperio en llamas: capitulo 1 sangre y fuego
El tronco se partió por la mitad sin esfuerzo. Maximiliano apoyó el hacha de mango largo y cabeza grande en el tocón, cogió un trapo, se secó el sudor de la frente, la nuca y se lo paso por el pelo, que era corto y negro. Miro al horizonte, el calor iba remitiendo a la vez que el sol se escondía. Se enorgullecía de tener un pequeño trozo de tierra para cultivar y una casa para su familia, después de años sirviendo en la legión. Oyó un ruido detrás de él y se giró para encontrase de cara con su mujer, llevaba un vestido azul, y portaba a su hijo pequeño en brazos. Era una mujer rubia, de ojos verdes, procedente de las provincias del norte, descendiente de etnia celta. —Creo que ya has cortado suficiente leña por hoy —le dijo ella dándole un odre lleno de vino. —Tienes razón. Queda mucho para el invierno y tengo tiempo —dijo después de darle un largo trago al odre. Le devolvió el odre a su mujer y empezó a apilar la leña cortada. Acabó, cogió el hacha y se dispuso a entrar en casa