Llevaba mucho tiempo lejos de la civilización, había decidido vivir lejos de cualquier núcleo urbano, teniendo como única compañía las criaturas de la naturaleza, le resultaba más fácil tratar con los animales que con  las personas. Nació con un defecto que le impedía entender las emociones, esto le dificultaba enormemente la capacidad de relacionarse con otros seres humanos, lo que provocaba que la gente evitara estar con ella y que la marginasen. Con el tiempo los habitantes del pueblo le empezaron a llamar ermitaña, incluso cosas peores, pero le daba igual, evitaba tener que acercarse al pueblo en la medida de lo posible, y ahora las circunstancias le obligan a visitarlo. Hace dos días, mientras hacia su recolecta de hierbas diaria, fue sorprendida por un oso joven que sintió curiosidad por la cabaña y se había acercado a investigar. Fue un combate duro que le dejó con una herida en el muslo, su armadura de cuero destrozada y la espada corta mellada, a pesar de esto consiguió hace

El día ha empezado mal, poco antes del amanecer, un grupo de bandidos les han atacado. Aunque no han sufrido bajas,  el combate ha sido largo y les ha dejado exhaustos. Esto le obligará a viajar más lento y a parar más a menudo, eso sin contar que haya otro combate. En caso de que les vuelvan a atacar, con los hombres fatigados, habrá muchas posibilidades de que no salgan vivos. Observa la tropa a medida que sus pulsaciones y su respiración se van normalizando. — ¿Tenemos algo para mantener activos a los hombres? —Le pregunta al sanador. —Algunas raíces quedan, pero no llegan ni para la mitad —responde. —Con más de la mitad de los hombres fatigados no iremos muy lejos. No levantaremos el campamento hasta el mediodía, para que descansen. Y que el cocinero prepare una buena comida. Hazlo saber. —Muy bien mi señor. Ninguna criatura es capaz de estar en constante movimiento sin tener que parar a descansar, y los humanos no somos una excepción. Esto se traduce en que los personaje