Campamento fronterizo

La partida de guerra compuesta por veinte soldados salió al amanecer desde el campamento fortificado con la misión de acabar con el grupo de bandidos que estaba atacando las caravanas de suministros. Los exploradores habían  informado al  magister militum que se escondían  en las montañas del norte y que eran un grupo poco numeroso, no más de una docena de miembros.

Hacía tiempo que el gobierno central les había dejado a su suerte, las provisiones empezaban a escasear y las pocas caravanas que todavía circulaban no llegaban casi nunca a su destino. La seguridad que reinaba por todo el territorio se había desvanecido como polvo al viento. Ante esta situación de incertidumbre sus hombres le habían dado el mando y el titulo, para que reorganizase la tropa y poder defender la limes, aunque era cada vez más difícil. Cada día eran más numerosos los grupos que atacaban la frontera, incluso que la cruzaban ante la imposibilidad de respuesta de la guarnición.

La tropa avanzo con dificultad por el terreno escarpado. Su misión no solo era la de acabar con los bandidos, también necesitan recuperar los suministros. Después de dos días rastreando las montañas sin conseguir nada, los hombres empezaban a estar cansados y desanimados, casi sin agua ni comida. De camino al campamento, al paso de un desfiladero, fueron emboscados por una lluvia de flechas, la punta de los proyectiles penetró sin esfuerzo entre las juntas de la cota de bandas y antes de hacer la formación defensiva media docena de soldados habían caído. En esta posición los proyectiles enemigos golpearon los Scutum sin causar ninguna baja más. Las tropas bárbaras salieron  del escondite y cargaron contra los defensores, que a pesar de estar bien organizados estaban desanimados y cansados, situación que provocaba que las estocadas de sus Gladius fueran imprecisas. Ante esta situación Máximo, el más veterano del la guarnición famoso por haber participado en más de mil batallas, dio una arenga.

Somos soldados de roma, no importa el hambre, la sed o el cansancio, cumpliremos con nuestro deber, debemos resistir y combatir contra los enemigos del imperio.

La tropa soltó un grito de guerra olvidando por unos instantes lo pesado que les resultaba el equipo. Sus golpes se volvieron más precisos y la primera línea de bandidos cayó ante sus pies. Pero no había sido suficiente y el cansancio volvió unos instantes después. Bajo la lluvia que empezaba a caer creando pequeños ríos de color escarlata, los legionarios fueron pereciendo uno tras otro ante el poderío ofensivo de los barbaros que luchaban con fiereza y valentía, aunque la mayoría no estaban  protegidos por una armadura su determinación hizo  que fuesen unos enemigos duros de vencer.

La lluvia se ha volvió  más intensa cuando el último soldado fue derribado, sus pensamientos volaron hacia su ciudad natal donde le esperaban su mujer e hijos, ahora él les esperaría al amparo de los dioses.

La noticia del fracaso llegó días más tarde al campamento, sin esos hombres y las provisiones la frontera está condenada. Y cada día llegan más tribus bárbaras a la frontera con la intención de pasar al interior del imperio.  





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